El debate. De izquierda a derecha Luis López, Idoia Legorburu, Jon Leonardo, Eider Inunciaga, Luis Crovetto e Izaskun Gutiérrez. / Yvonne Iturgaiz

Los expertos coinciden en que una mayor formación y la defensa de unos valores sociales ayudarán a cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible

Alba Cárcamo

En 2015, después de unir a empresas, academias, sociedad civil, administraciones públicas…, la ONU alumbró la Agenda 2030, la «hoja de ruta para toda la Humanidad». Son 17 objetivos de desarrollo sostenible globales (ODS), pero que deben aplicarse en lo particular para salvar el mundo. Optimismo y pesimismo conviven entre quienes trabajan para implantar estas medidas, con ocho años por delante para solucionar problemas de décadas, pero lo que tienen claro es que el número 4, garantizar una educación inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje, es vital para conseguir el resto, como erradicar la pobreza, frenar el cambio climático…

En esa necesidad de que la educación transforme el futuro coinciden los expertos reunidos por EL CORREO y BBK en el foro social ‘Por una igualdad real: inclusiva, justa e integradora’. El encuentro, moderado por Luis López, periodista de este diario, contó con las aportaciones de Eider Inunciaga, directora de BBK Kuna, la Casa de los ODS en Bilbao; Jon Leonardo, catedrático en Sociología de la Universidad Deusto; Idoia Legorburu, licenciada en Psicopedagogía y doctora por la UPV/EHU; Luis Crovetto, presidente del Banco de Alimentos de Bizkaia; e Izaskun Gutiérrez, educadora social en la asociación Clara Campoamor.

«Si seguimos consumiendo así, para 2050 necesitaríamos tres planetas»

Los participantes en la mesa redonda entienden esa importancia de la educación desde diferentes perspectivas. Una de ellas es la capacidad de tener «una mirada crítica», algo «fundamental» en palabras de Eider Inunciaga, que considera que deben trabajarse los ODS «desde el comienzo de la vida» para que las decisiones que tomemos en el futuro «incorporen esa mirada»; que una vez siendo adultos «no entendamos una sociedad sin ellos». La educación «es la base» también para romper con el momento actual, en el que «lo individual» es más importante que «lo colectivo», una aproximación al mundo que, como sociedad, «puede ser un poco peligrosa». «Si compro algo en una plataforma digital en la que sé que no se están pagando sueldos dignos a la persona que me está trayendo el paquete pero conozco otro sitio en el que el coste es un poco mayor, pero sí se está impulsando la generación de un empleo estable y de calidad en el territorio…», lanza la responsable de BBK Kuna, que advierte que «la precarización también nos concierne a las personas individuales».

En las sociedades occidentales, también en Euskadi, la «brecha» entre los que más y los que menos tienen «aumenta»

Esa precarización, con una pobreza que va en aumento, puede combatirse también desde la educación. Luis Crovetto da con la clave. «No habrá auténtica inclusión mientras no haya formación. La pobreza la erradicaremos en el momento en el que todas las personas tengan una cualificación profesional para hacer frente a sus necesidades vitales», defiende el presidente del Banco de Alimentos de Bizkaia. Si no, es «muy difícil» que salgan de esa situación, y sus hijos «están abocados al fracaso escolar y a la pobreza». Pero también, puntualiza, «hay que formar a aquellas personas formadas que se saltan la ley», porque, recuerda, «prácticamente la mitad de las personas que trabajan en el servicio doméstico no están registradas en la Seguridad Social».

Romper el círculo

Y situaciones irregulares como la descrita, que abocan a la miseria, «afectan más a las mujeres», precisa Izaskun Gutiérrez. «La tasa de pobreza en las familias monoparentales con una mujer es del 54% y, en el caso de los hombres, del 25%», ejemplifica tras recordar que «las personas pobres ya no viven solo en los países pobres». «Antes el trabajo daba seguridad, nos hacía llegar a fin de mes», recuerda.

Jon Leonardo considera, en ese sentido, que, «en la sociedad trabajadora, hay sectores con una estabilidad y unos niveles de ingresos que viven realmente bien», generalmente «personal de las administraciones públicas» y profesionales «bien cualificados, vinculados a la tendencia emergente del I+D+i». En el lado opuesto, está una «base ancha de media y baja cualificación», dedicados a «servicios domésticos y hostelería» que están en «condiciones precarias».

«Ese círculo le corresponde romperlo a la educación», subraya Idoia Legorburu, que apela a «repensarla» para que tenga en cuenta «realidades como la situación migratoria o situaciones de pobreza». La mayor diferencia entre un lado y otro de la brecha está en «dónde enviar a nuestros hijos a estudiar». En todos los centros, insiste, «no se ve la misma tasa de pobreza y desigualdad». Un reto que «tiene que ser de inmediato abordaje». «Hay niños que se están quedando por el camino, sin poder aprovechar sus capacidades, y si no podemos educarlos en una sociedad más justa, estamos dejando de por medio una oportunidad para mejorar el futuro», subraya.

Los protagonistas

Psicopedagogía

Idoia Legorburu

«La educación tiene que atender las necesidades de todos los niños, de realidades como la situación migratoria o las situaciones de pobreza»

Catedrático de Sociología

Jon Leonardo

«Necesitamos una cualificación a la que la mayoría no llegamos en sectores emergentes, en materia de robotización, inteligencia artificial…»

Directora de BBK Kuna

Eider Inunciaga

«Vivimos un momento de lo individual frente a lo colectivo, y como sociedad puede ser de alguna manera un poco peligroso»

Banco de Alimentos de Bizkaia

Luis Crovetto

«Erradicaremos la pobreza cuando todas las personas tengan una cualificación profesional para hacer frente a sus necesidades»

Asoc. Clara Campoamor

Izaskun Gutiérrez

«Las tasa de pobreza en las familias monoparentales con una mujer es del 54% y, en el caso de los hombres, del 25%»

Enlace de origen : La educación, «la base» para combatir la pobreza y el cambio climático