Domingo, 7 de enero 2024, 00:24

El de Carlos Franganillo ha sido un fichaje digno de cualquier futbolista de Primera División, con numerosas noticias sobre su salida de Televisión Española e incluso algún reportaje que indaga con fuentes anónimas en los entresijos de la operación que le ha llevado a dirigir los informativos de Telecinco. Sin duda, el suyo es un caso especial, porque el reportero y excorresponsal asturiano se ha convertido en uno de los periodistas con mayor credibilidad del país, ha imprimido un nuevo estilo al Telediario, y se enfrenta al reto sustituir a uno de los principales referentes de la televisión: Pedro Piqueras.

Ambos afirman a este diario que hay un elemento que les une por encima de todo: el compromiso con la información honesta y el rechazo al periodismo de trinchera. «No le tiene que importar a nadie cuál es mi ideología. Lo mismo que cuando contrata a un fontanero», señala Franganillo, al que tampoco le agrada la etiqueta de ‘periodismo comprometido’ que a menudo se ha utilizado para referirse a su trabajo, en el que destacan informativos monográficos desde el terreno sobre la sanidad pública o la guerra en Ucrania.

Carlos Franganillo

Carlos Franganillo


Mediaset

«La información tiene que ser rigurosa y acercarse lo más posible a la verdad. En los últimos años muchos activistas y grupos de interés se han hecho pasar por periodistas, pero ninguna causa puede disfrazarse de periodismo por noble que sea», sentencia. Piqueras coincide: «Se ha derivado hacia un periodismo muy combativo, muy militante. Lógicamente, tiene que ser crítico con el poder. Pero hay crítica, tanto al Gobierno como a la oposición, que surge de la militancia». Sin duda, Piqueras sabe bien cómo ha cambiado el panorama informativo, porque lleva 51 años ejerciéndolo. «Soy preconstitucional», bromea.

Intereses políticos y económicos

Comenzó trabajando en un periódico durante el franquismo, «cubriendo temas relacionados con la sociedad, nunca con la política, que se circunscribía a entrevistar al secretario provincial del Movimiento». La llegada de la democracia fue para Piqueras «un momento muy esperanzador» en el que hizo un periodismo «de descubrimiento». Y, desde que llegó a TVE hasta que ha dejado Telecinco, siempre ha intentado «hacer informativos neutrales en los que tenga cabida todo el mundo». No obstante, reconoce que «hay que hacer un gran esfuerzo para mantener la distancia con asuntos como la política, que nos enajena a todos un poco».

Pedro Piqueras

Pedro Piqueras


Mediaset

Pero no siempre es posible, y no todos los periodistas están dispuestos a hacerlo. «Las trincheras a veces se cavan desde la política, pero otras desde el periodismo, y hay quienes se lanzan a ellas de cabeza», dispara Ana Pastor, presentadora de programas como El Objetivo, en La Sexta, y fundadora de Newtral. Àngels Barceló, responsable de Hoy Por Hoy en la Cadena Ser, está de acuerdo: «Es lógico que hayamos perdido credibilidad, porque muchos se han convertido en ‘hooligans’ al servicio de los partidos políticos. Y la culpa es nuestra porque no hemos puesto pie en pared cuando estábamos a tiempo», añade.

«Las trincheras a veces se cavan desde la política, pero otras desde el periodismo, y hay quienes se lanzan a ellas de cabeza»

Ana Pastor

El principal porqué lo señala sin morderse la lengua Rosa María Calaf, histórica reportera de TVE: «Se vive mucho mejor del mal periodismo que del bueno, que es muy caro. Siempre ha existido el malo, pero ahora abunda más porque solo cuenta el precio de las cosas. Vivimos en una sociedad cada vez más mercantilizada».

Rosa María Calaf

Rosa María Calaf

Barceló coincide apenada: «Antes no se pensaba en si una información sería aburrida, sino en si era relevante. Ahora solo se piensa en si dará audiencia. Y la precariedad de la profesión dificulta que se haga autocrítica, porque todos tenemos que pagar la hipoteca».

«Hemos llegado a un momento en el que se profieren insultos graves en los parlamentos, en el que los políticos dan un ejemplo malísimo del que estamos contagiando a la población porque somos su correa de transmisión», analiza Piqueras, crítico con cómo la crispación política arrastra al periodismo. «No podemos obviarla, pero deberíamos criticarla duramente. El problema es que el insulto, el enfrentamiento, en definitiva el rifirrafe, dan más audiencia. Y esto sí que es parte de nuestra responsabilidad».

Es algo que sucede tanto a nivel individual como corporativo. «Hace ya tiempo que empresas de comunicación encontraron un filón comercial en dar a un público determinado lo que quiere oír y leer, sea verdad o no. La Fox en Estados Unidos fue quizá la primera a gran escala», comenta Lorenzo Milá, expresentador de informativos y corresponsal de TVE. «¿Crearon la polarización o solo explotaron lo que ya existía en la sociedad? Ya poco importa. El caso es que han contribuido ampliamente a alimentarla. Y de paso han empujado al periodismo a las trincheras, donde hemos perdido mucha credibilidad», añade.

Lorenzo Milá

Lorenzo Milá

Lo emocional y lo profesional

A este fenómeno se suma otro que apunta Helena Resano, conductora del informativo del mediodía en La Sexta y presentadora de Euskal Telebista: «La profesión empezó a desvirtuarse cuando nos convertimos en opinadores y comenzamos a decirle al público qué está bien y qué mal. La audiencia lo rechaza, sobre todo en cuestiones de política nacional. Y los jóvenes ya no nos ven porque desconfían de los medios tradicionales y buscan información en los alternativos, lo que provoca más desinformación».

Helena Resano

Helena Resano

Resano, eso sí, reconoce que «es difícil no ser parcial, porque hay temas que te tocan de cerca», algo con lo que Barceló concuerda: «Yo soy progresista y defiendo unos valores determinados, pero no la ideología de un partido concreto. Se puede opinar, pero siempre que se fiscalice por igual a todas las partes y no solo a una. El día que me digan que haga otra cosa, lo dejaré», promete, recalcando que cada día se levanta «con el propósito de no contribuir al ruido».

«La profesión empezó a desvirtuarse cuando nos convertimos en opinadores y comenzamos a decirle al público qué está bien y qué mal»

Helena Resano

No obstante, la periodista catalana reconoce que ha tenido dificultad para mantenerse fiel a sus principios deontológicos con un tema: el procés. «Lo he vivido en mis carnes y ha sido un desgarro emocional. Por eso, necesito que me señalen los márgenes en los que puedo trabajar sin sentirme incómoda. Tenemos que razonar sin caer en la visceralidad, porque es muy fácil cruzar el límite entre lo emocional y lo profesional», sentencia.

Angels Barceló

Angels Barceló

Vicente Vallés, responsable en Antena 3 del informativo líder de audiencia en España, no tiene inconveniente en opinar en antena. De hecho, lo hace a menudo con análisis sociales y políticos que muchas veces se hacen virales y defiende que su función no es la de un «lector de teletipos», aunque le molesta que le etiqueten como ‘periodista de derechas’.

«Lo que hago es lo que se ha hecho siempre en los periódicos o en la radio con los comentarios de opinión. Hay que contar el qué, pero también analizar el por qué», reivindica, convencido de que eso no contribuye a aumentar la polarización. «No tengo un corsé. Me siento libre e independiente en mis comentarios», zanja.

Vicente Vallés

Vicente Vallés

La mancha del ‘infotainment’

Ana Pastor también considera que la opinión es una opción válida. «Siempre que esté diferenciada de la información, fundamentada en datos y hechos, y sea respetuosa. No me gusta el zasca, aunque reconozco que alguna vez yo misma lo he utilizado», se sincera la periodista madrileña, conocida por sus entrevistas incisivas. «Yo puedo ser un poco agresiva con los políticos, pero pienso en los ciudadanos que se sienten toreados cuando eluden responder, algo me arde y repregunto como creo que lo harían ellos», explica. El problema es que eso trae consecuencias: «Supone recibir insultos y amenazas. Yo lo sufro con toda mi familia, y no a todo el mundo le compensa». Pastor ya ha ganado dos juicios al respecto, pero sigue siendo acosada a menudo, tanto en el mundo virtual como en el real.

Ana Pastor

Ana Pastor

Y luego está la banalización de la información, diluida en un entretenimiento con fronteras más difusas. «Se ha convertido en infoentretenimiento y, en el peor de los casos, en infotoxicación. Las tertulias pueden ser una maravilla si participan expertos del tema que se trata. El problema es que en España son un espectáculo nocivo porque no solo banalizan, también desinforman», comenta Calaf.

«El periodismo de entretenimiento ha devorado a la información», concuerda Barceló. «El problema es que los programas de entretenimiento se nutren de información. Sobre todo del enfrentamiento político. Pero esto sucede en muchos sitios y es algo muy viejo. Un buen ejemplo es el de Ana Rosa Quintana», añade Piqueras, que también fue criticado por hacer ‘infotainment’ en la primera etapa de Espejo Público. «Me acusaban de ello porque mezclaba un reportaje de política, por ejemplo, con otro de una expedición a Lourdes o de moda. Es como hacer un periódico arrevistado. Lo que pasa es que ahora el ‘infotainment’ ha llegado a sus cotas más elevadas».

El propio Piqueras ha sufrido en carne propia esta extraña simbiosis de entretenimiento y periodismo. «Me enfadé con el paso que me dio desde la nieve una señora que estaba prácticamente desnuda, no sé si llevaba la parte de abajo, porque no me parecía apropiado para un informativo. O cuando Raquel Mosquera anunció el informativo entre risas. Pero lo puse en conocimiento del consejero delegado, y no volvió a suceder», rememora.

Pedro Piqueras en el plató de los informativos

Pedro Piqueras en el plató de los informativos

En cualquier caso, todos los entrevistados subrayan que ha habido un cambio relevante en cómo se dan las noticias. «Antes se buscaba a un periodista frío y distante, un busto parlante. Al principio me pedían que ni moviese las cejas. Ahora obviamos incluso el usted y somos más cercanos», comenta Resano. También han cambiado los tiempos de la mano de la tecnología. «Internet y las redes sociales han provocado un gran cambio que obliga a trabajar rápido y dificulta saber qué es información y qué no», recalca Vallés.

La responsabilidad del público

El foco, y la diana, se pone sobre el mensajero. Pero Franganillo considera que la ciudadanía también tiene que hacer sus deberes. «El espectador tiene responsabilidad en el consumo de información y debe aprender a diferenciarla de la intoxicación. No podemos sentarnos en el sofá sin espíritu crítico», opina. «Demasiada gente solo consume medios que confirmen sus opiniones, confunden buena información con aquella que les da la razón. Si tu información no es así, lo estás haciendo mal, eres un manipulador o trabajas para algún tipo de grupo de interés o confabulación», coincide Milá.

«No podemos sentarnos en el sofá sin espíritu crítico»

Carlos Franganillo

Tanto Vallés como Pastor remarcan que la ciudadanía es cada vez más crítica con la labor de los periodistas. «Esto impulsa que hagamos mejor nuestro trabajo», comenta él. «Pero estamos en una situación en la que se suman una mayor exigencia social y campañas de partidos políticos para desacreditar a los medios de comunicación, siguiendo los pasos de Donald Trump», afirma ella.

Vallés y Pastor presentando juntos el debate electoral de 2023

Vallés y Pastor presentando juntos el debate electoral de 2023

«El espectador es especialmente sensible, pero a veces también confunde las fuentes de información y nos achaca errores que no son nuestros», defiende Franganillo.

«Trabajamos en un entorno más hostil porque la desinformación es mucho más fácil de tragar que los matices y el rigor, que requieren más esfuerzo al receptor» añade Milá. Enfatiza el impacto negativo de internet y redes sociales que han «inundando las sociedades de distorsiones y falsedades sin ningún control» y para las que reclama la misma responsabilidad que se exige a los medios tradicionales. Sin duda, separar el grano de la paja en esta coyuntura es uno de los grandes retos del periodismo en el futuro más cercano.

Los retos de las redes y la IA

«Creo que el futuro del periodismo es maravilloso, pero también que los periodistas se enfrentan a unos retos increíbles, relacionados con las redes o la inteligencia artificial, para los que yo no me siento preparado. Nuestro trabajo ahora es difícil porque hay muchas influencias externas en forma de ‘fake news’, pero también es un momento en el que podemos acceder ahora, más que nunca, a aquello que es una función fundamental, que es verificar la verdad de la noticia», sostiene Piqueras.

«La clave está en que dominemos nosotros a la tecnología, no al revés. A menudo se pone por encima del contenido y nos cargamos el rigor y la ética en favor de la rapidez y la visibilidad», critica Calaf. «Hay que resistir la vanidad habitual en periodismo de ser los primeros en dar una noticia, que lleva a muchos errores, y mantener la máxima exigencia de rigor. Por suerte, las nuevas generaciones están mucho mejor preparadas de lo que estaba yo y los medios van invirtiendo en equipos de verificación, que son cruciales para recuperar credibilidad», incide Milá.

«La clave está en que dominemos nosotros a la tecnología, no al revés»

Rosa María Calaf

Resano coincide: «Tenemos que concentrarnos en ser parte de la solución y dejar de ser parte del problema, haciendo lo que se ha hecho siempre con rigor». Pastor considera que Newtral es un ejemplo de que la profesión tiene futuro, y Franganillo asegura que tratará de seguir haciendo informativos innovadores que impulsen una «profunda renovación desde la honestidad y para tratar temas sociales que le afectan a la gente». Pero Barceló es pesimista: «Vamos a peor. Debemos impulsar el sosiego, pero contribuimos al ruido».

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Enlace de origen : Las trincheras de un país crispado